De videojuego. Así sería ver a LeBron James y a Stephen Curry en el mismo equipo. Dos jugadores que, siendo emblemas de la NBA moderna, ya están considerados entre los más importantes de siempre. El primero, que por algo es apodado el Rey, ya ha colocado su nombre en la sempiterna discusión sobre el mejor de todos los tiempos; el segundo, sin llegar a ello, ha tenido un impacto en la historia de la NBA, e incluso del baloncesto, casi sin parangón. De su muñeca, principalmente, se ha lanzado una era, la de los triples, que, de momento, parece no tener fin. Siete anillos, seis MVP, 24 All Star y 22 All NBA, todo eso suman entre los dos. Aterrador. Una película de ficción que sólo se podría hacer realidad donde la ficción no existe: la NBA. 

El All Star fue el origen de toda la rumorología. En el certamen, donde los dos jugadores compartieron camiseta por primera vez en sus carreras, mostraron una sintonía que, hasta dicho momento, como mínimo, se desconocía. Sonrisas, muchas sonrisas, y una imagen que pretendía convertirse en icónica: Stephen, en cuclillas, observando el ritual habitual de LeBron, expulsando una fina ráfaga de agua de su boca, bien de cerca. No coincidieron mucho tiempo sobre la pista, ya que LeBron, en búsqueda de un necesario descanso que se le negó, sólo disputó 13 minutos. El resto del partido, irónicamente, se lo pasó en el banquillo, disfrutando, como uno más, de la exhibición de triples de Lillard… y Curry.