Oklahoma jugó sin ningún representante de EE. UU

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Oklahoma jugó sin ningún representante de EE. UU

Un canadiense, un francés, un haitiano-canadiense, un serbio y un dominicano. Ningún estadounidense. Así saltó a la pista Oklahoma City Thunder frente a Dallas Mavericks, en un partido que caería de su lado (108-116) y en el que, por encima de todo el mundo, destacaría Shai Gilgeous-Alexander, con 32 puntos y 6 rebotes. El base canadiense, a sus 22 años, ya es santo y seña de su franquicia, inmersa en un proceso de reconstrucción más que profundo. A su lado, partieron de inicio Aleksej Pokusevski, Al Horford, Theo Maledon y Luguentz Dort. Todos ellos, extranjeros para la NBA. Todos ellos, muestra de una competición que, temporada tras temporada, abre fronteras y pasa a otorgarle un valor real a aquello de que es la mejor liga del mundo. A su parte final, sobre todo.

La presente, es la séptima temporada con más de 100 jugadores extranjeros en la NBA. En total, 112, con nuevo récord para Canadá, que, con 17 representantes, también es el país no nativo con más peso. África, a pesar de su carácter continental, también alcanza una nueva cota, con 14 participantes y la invasión nigeriana como punta de lanza. Todos los equipos de la liga cuentan, como mínimo, con un jugador internacional y la media se sitúa en más de tres por plantilla. Casi nada. Tras Canadá, Francia (9), Australia (8), Serbia y Alemania (6) son los países con más quilates. España, con los Hernangómez, Ricky Rubio, Marc Gasol y Serge Ibaka, se queda un pasito por detrás. En conjunto, hasta 43 nacionalidades quedan representadas. Un torneo cosmopolita.

Y no solamente en la forma. El Oklahoma – Dallas es la viva imagen del contenido. Los Thunder estaban liderados por Shai; Dallas, por Luka Doncic. Como socio más fiable, aunque sin minutos en el partido, Kristaps Porzingis. Un canadiense, un esloveno y un letón como caras más visibles de dos franquicias estadounidenses. Pero no son una excepción. Jamal Murray y Nikola Jokic en Denver Nuggets, Joel Embiid y Ben Simmons en Philadelphia 76ers, Giannis Antetokounmpo en Milwaukee Bucks, Pascal Siakam en Toronto Raptors, Domantas Sabonis en Indiana Pacers… Son muchos los equipos cuyas primeras espadas han volado desde otros rincones del mundo. Tanto, que cuatro de los principales aspirantes al MVP de este año (Jokic, Embiid, Anteto y Doncic) no son nativos americanos. Y van en aumento.

La temporada pasada, hasta seis jugadores no estadounidenses participaron en el All Star, estableciendo un nuevo récord. Este año pudieron ser nueve: siete sumaron minutos, pero Ben Simmons (Australia) y Joel Embiid (Camerún) quedaron apartados, por protocolos anticoronavirus, a última hora. En todo caso, nueva marca para las bases de datos. Seguramente, tan efímera como la anterior. Es inevitable. Las estrellas cada vez brillan con colores más distintos y, con ello, la liga se enriquece. Hasta ahora, la NBA había sido la competición de referencia para el resto, el patrón a copiar. Y lo seguirá siendo, pero cada vez de forma más policromada. El hambre de Antetokounmpo en el certamen de este año, fruto de la concepción europea del juego, menos habituada a exhibiciones amistosas, es una pincelada.

Un partido sin estadounidenses, menos inverosímil

Hace no tanto, el quinteto inicial presentado por Oklahoma frente a Dallas era impensable. La presencia internacional en la NBA siempre ha estado ahí. En su primera temporada, en 1946, aún bajo la denominación de ABA, cinco participantes ya procedían de más allá de sus fronteras; pero la apertura de verdad tardó en llegar. A finales de los 80, con la caída del Telón de Acero, se iniciaba la invasión: Petrovic, Vlade Divac… La conquista europea, caballo de Troya para el resto, cogía forma, y también España, a través de Fernando Martín, realizaba su aportación. Se tendían nuevos puentes que, una década después, se elevarían a otra dimensión. «Es por tipos como Dirk Nowitzki. Pau Gasol, Tony Parker, Manu Ginóbili y esos jugadores. Incluso mayores, como Drazen Petrovic. Ellos nos marcaron el camino», recoge Sports Illustrated de la voz de Antetokounmpo (griego con ascendencia nigeriana). La cantidad de jugadores no estadounidenses aumentó de 30 en 1998-99, la primera campaña de Nowitzki, a un récord de 113 en 2016-17. Aún vigente (rozado este mismo año).

En 2014, San Antonio Spurs lograba el anillo con hasta ocho jugadores no estadounidenses en su plantilla, siendo parte vital del mismo. Actualmente, ocho franquicias cuentan con cinco o más representantes internacionales. Es decir, hasta ocho franquicias podrían plantear, sin tener en cuenta posiciones, un quinteto sin representación de EE. UU. De complicado ajuste, eso sí. Washington Wizards, con siete, lidera esta particular clasificación. Pelicans (6), Mavericks (6), Oklahoma (5), Clippers (5), Nuggets (5) y Utah (5) le siguen. Doncic, escoltado por Josh Green (a caballo entre la NBA y la G League), y un potente (en demasía) juego interior, conformado por Maxi Kleber, Boban Marjanovic y Porzingis, podrían haber consituido un quinteto para la historia frente a los poliédricos Thunder de Shai. Ningún estadounidense en pista. Facundo Campazzo, Jamal Murray, Vlatko Cancar, Nikola Jokic y Bol Bol podría ser la apuesta de Denver, por ejemplo. Difícil de concebir, claro, pero… ¿Por qué no? Hacer la pregunta ya es historia.

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