El Tour condiciona Giro y Vuelta

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El Tour condiciona Giro y Vuelta

Las negociaciones entre la UCI y las carreras que se pretenden recolocar en el nuevo calendario motivado por la crisis del coronavirus continuan con un tono diferente al que se había destacado hasta ahora. El ‘pacto amistoso’ para salvar el Tour con el que se partió se torna en cierta tirantez por encontrar las mejores fechas posibles una vez que este miércoles se anunció que la Grande Boucle tenía nueva ubicación (del 29 de agosto al 20 de septiembre), con Giro y Vuelta a continuación. Las dos grandes ultiman sus nuevas fechas con la posibilidad cada vez más real de que ambas carreras estarán condenadas a solaparse en el calendario en el mes de octubre, con un Giro que tiene previsto celebrarse del 3 al 25 y una Vuelta que aspira a pisar noviembre lo menos posible por intentar evitar la mala climatología de una carrera cuyo trazado se desarrolla íntegramente en el norte de la península. Esto conllevaría un solapamiento entre las dos grandes que no se ve desde que ambas se celebraban en primavera (la Vuelta cambió a septiembre en 1995). Entonces sí era normal que una terminara pocos días antes de que arrancase la otra, dándose varios casos en las que se pisaban: el último, en 1986.

El nuevo calendario que presentó UCI determina que las carreras World Tour se reanudarán no antes del 1 de agosto y dará cabida a pruebas preparatorias para el Tour y los Nacionales (22-23 de agosto). Tras la ronda francesa, los Mundiales (20-27 septiembre), sin aclarar aún si la crono individual prevista para el primer día coincidirá con la llegada a París. Con Giro, Vuelta y monumentos aún por fijar de manera oficial, no hay fechas para todos, por lo que ya se trabaja en clásicas de prestigio que podrían celebrarse durante las grandes rondas, que también compartirán al menos una semana en el calendario. Asumido eso, el problema está en la nueva propuesta que hay encima de la mesa: recortar la duración de 21 etapas de Giro y Vuelta.

Esa intención que intenta ganar días libres en el calendario se fundamenta en que ambas no podrán llevar a cabo sus salidas en el extranjero. En el caso de la Vuelta, que la tenía prevista en los Países Bajos, ya trabaja en alternativas y, aunque siempre ha defendido que su modelo no contempla menos de 21 días de competición, la posibilidad de eliminar esas tres etapas neerlandesas y quedarse con una carrera de 18 jornadas que arrancase desde Irún (cuarta salida en el plan original). Las autoridades holandesas se muestran expectantes a la espera de conocer las fechas de manera oficial y ver la viabilidad del evento, aunque no verían con malos ojos pasar a ser la salida de 2022 para rentabilizar su inversión (en 2021 la carrera española sale desde Burgos).

No obstante, la Vuelta española siempre ha predicado «generosidad» de cara al nuevo calendario y pertenece a ASO, quien también tiene previsto hacer un formato reducido de alguna de sus pruebas como el Dauphiné (fórmula que se aplicaría a otras carreras de una semana reubicadas). El problema está en que el Giro, que pertenece a RCS, intenta defenderse de esa reducción a pesar de que su salida desde Hungría ya está cancelada. En Italia se habla de «falta de respeto» querer reducir las 21 jornadas de la carrera (estarían trabajndo en un plan alternativo), aunque tengan que buscar nuevo emplazamiento para la salida que ya no se celebrará en Budapest. La UCI se ha marcado como fecha límite para cuadrar todo el 15 de mayo… siempre que la pandemia remita y haga bueno este plan de urgencia al que aún le quedan cabos por atar.

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