Hace seis semanas, Tyson Fury se dejó ver tras una sesión de entrenamiento dándose un chapuzón en la Bahía de Morecambe, donde reside. Se le vio físicamente algo ‘fondón’, si bien Gypsy King nunca ha sido un Adonis como Anthony Joshua.

En días sucesivos, el de Mánchester dijo que había dejado de entrenar y que estaría de vacaciones hasta que le confirmaran que el combate contra AJ estaba cerrado. Incluso comentó que seguía una dieta que consistía en «10 o 12 pintas de cerveza al día, y luego no como para no pasarme de calorías». El promotor Eddie Hearn, señalaba que eran «juegos mentales de Fury», que eso se le daba muy bien.

Finalmente se firmó un acuerdo para que tengan lugar dos combates de unificación entre los dos campeones del peso pesado. John Fury, padre del boxeador, recientemente recordó a todo el mundo que el acuerdo no servirá de nada si no encuentran a un mecenas que financie el evento. «A mis ojos no han firmado nada porque no tienen ni fecha ni lugar para combatir. ¿Qué pasa si nadie pone el dinero?».

Probablemente, como parte de ese juego mental que decía Eddie Hearn, el ‘Rey Gitano’ ha reaparecido hoy con un aspecto francamente diferente al de la última vez. Está mucho más fino y parece en forma para pelear cuando sea.

Wilder sigue en pie de guerra

Mientras tanto, otro de los promotores involucrados en la gran pelea, Bob Arum, sigue en pleitos con Deontay Wilder, pues existía una opción de tercera pelea contra Fury. Tras su segundo duelo, si The Bronze Bomber quería cerrar la trilogía, tenía una cláusula que supuestamente debía ejecutar en el plazo de un mes. Según Arum, lo hizo más tarde.

«Nadie cree que habrá una orden judicial [que obligue al Fury-Wilder 3 y frenar el Fury-Joshua]. En el peor de los casos, podría haber una reclamación por daños y perjuicios», señalo Arum. En mayo a más tardar se resolverá el caso y entonces quizá tengan que pagarle una gran suma a Deontay si el litigio es favorable a sus intereses.