Fácil. Sin sufrir lo más mínimo. A una mano y a medio gas. Lewis Hamilton solo sudó este domingo por los 30 grados de ambiente, los 47.4 que había en el asfalto del Circuit de Barcelona-Catalunya y el 60% de humedad. Por lo demás, el británico bien podía haber pasado toda la carrera pensando en el menú vegano que se prepararía esta semana, o en alguna de sus próximas reivindicaciones. Y es que el vigente campeón del mundo logró este domingo una victoria sencilla en el GP de España de Fórmula 1 ante Max Verstappen (2º) y un Valtteri Bottas que volvió a fallar (3º).

El inglés tuvo suficiente con una buena salida y centrarse en gestionar sus neumáticos para levantar los brazos una vez más en lo alto del podio, por cuarta vez en 6 carreras, siendo cada vez más líder.

Tan solo la lluvia podía animar un poco una carrera que estaba decidida desde el inicio en cabeza. A mitad de la prueba, una enorme nube negra se asomaba en el horizonte y amenazaba a todos. “Se espera lluvia en la vuelta 50”, decían en Ferrari a sus pilotos. Predicción que de confirmarse, hubiera regalado un final emocionante a falta de 16 giros. Pero el agua no apareció, y como ya veníamos avisando en los días precedentes, si no sucedía nada extraño, la combinación Hamilton–Mercedes era demasiado superior como para que nadie le hiciera cosquillas. Sobre todo, con unos neumáticos más duros que los de la semana pasada en Silverstone, que le quitaron la emoción y locura que tuvo la segunda carrera inglesa.