La lucha por los premios de la NBA

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La lucha por los premios de la NBA

Con su peculiar marcha, pero la temporada 2020-21 de la NBA sigue avanzando. Partidos aplazados, más ausencias de las deseadas, ya sea por protocolos o por unas lesiones que se han abierto paso en medio de la fatiga, y, como resultado, el retrato más difícil de analizar en años. La temporada de la ‘nueva normalidad’ es imprevisible. Los equipos menos castigados hoy, pueden serlo mañana; y viceversa. Aventurarse en previsiones futuras es osado, pero el calendario ya ha pasado páginas suficientes como para sacar conclusiones. El All Star, que no debía ser pero finalmente fue, marca su ecuador. A nivel colectivo, se han roto jerarquías: Phoneix Suns y Utah Jazz lideran un Oeste que se preveía más salvaje que nunca. Hace no tanto, ambas franquicias se quedaban fuera de playoffs: en el curso 2014-15, ocupaban la décima y undécima posición, respectivamente. La esencia de la mejor liga del mundo. En su caso, deberes más que hechos, con su justo sobresaliente. En el ámbito individual, las notas también llegan. Por su lado, en forma de los tradicionales premios de final de temporada. Con la segunda mitad del calendario recién estrenada, así está su reparto.

MVP: una carrera con foto finish

Muchas cartas sobre la mesa. Se recorren kilómetros y los candidatos se mantienen en la vereda. Una carrera de hasta 10 dorsales que, hasta hace poco, tenía un pódium definido; pero que se empieza a resquebrajar. O lo ha hecho del todo. Joel Embiid (Philadelphia 76ers), hasta su lesión, y Nikola Jokic (Denver Nuggets) siguen empeñados en recuperar el premio para los pívots, sin representantes en el galardón desde el año 2000, con Saquille O’Neal. Junto a ellos, el que casi siempre está, LeBron James (Los Angeles Lakers), con la seria opción de, a sus 36 años, igualar a Michael Jordan en la contienda intergeneracional (5 premios). Su duelo particular.

Dos interiores tan distintos como temibles. Jokic se encuentra en los mejores registros estadísticos de su carrera: 27,3 puntos, 11,2 rebotes y 8,5 asistencias. Un grandullón con alma de base… y de lo que quiera. Tras la victoria frente a Milwaukee Bucks, se convirtió en el único pívot de la historia, junto a Wilt Chamberlain, en lograr 50 triples-dobles. Embiid, en su temporada más anotadora (29,9), sigue evolucionando y añadiendo repertorio a su dominio interior: suma 11,5 rebotes, pero también 3,3 asistencias y un tiro en suspensión desde la media distancia que perfecciona como nunca. Hace nada, y a pesar de lo igualada que está la contienda, podía situarse un arreón por delante del resto, pero le toca frenar: una hiperextensión en su rodilla izquierda le mantendrá alejado de los aros entre dos o tres semanas. De cara al futuro, la hemeroteca está en su contra: sólo el MVP de 1978, Bill Walton (58 de 82, 70,7%), ganó el premio jugando menos del 80% de los partidos. Joel, de cumplirse los plazos, rondaría dicho porcentaje.

LeBron, por su parte, sigue en su sempiterna regularidad (25,5+8,1+8), que ya cumple 18 años; pero la competencia en cabeza ha aumentado, aún más. James Harden y Kyrie Irving (Brooklyn Nets) ya les miran a los ojos. La Barba, en su temporada más asistente y reboteadora, ha leído a la perfección su papel en el big-three y acaricia el promedio de triple-doble (25,1+9+11,3). Kyrie, entre fintas y amagos, suma puntos como nunca: 27,6+4,7+5,8. Tras ellos, además, se atisban acelerones. Luka Doncic (Dallas Mavericks) aprieta los dientes: empezó el curso siendo el favorito al galardón, desapareció de la conversación y, ahora, vuelve a asomar la cabeza. Exhibición tras exhibición (28,1+8,5+9,3), despliega las alas de unos Dallas que arrancaron la temporada desalmados y que, tras dos rachas positivas (de 4 victorias seguidas cada una), ya están en posiciones de playoffs. Ya incomoda a los de arriba. Como Damian Lillard, líder de unos Blazers maltratados por las lesiones, pero más que vivos (sextos en el Oeste). Afianza su posición como amo y señor del cluch time y anota compulsivamente (30,5).

Tampoco se borran Giannis Antetokounmpo (Milwaukee Bucks) o Kawhi Leonard (Los Angeles Clippers). El griego, un acumulador nato de reconocimientos, no abandonará la persecución de su particular three-peat en una temporada en la cual, como en el caso de Kawhi, provoca menos ruido. Asesinos silenciosos. Sin ir más lejos, The Greek Freak acumula tres triples-dobles seguidos, siendo el primer jugador de la historia de los Bucks en firmar tales registros, y ya mete cabeza en la línea delantera. Más atrás, Stephen Curry y Kevin Durant, tras una ardua travesía en que las lesiones imposibilitaron su entrada en la terna, siempre se deben tener en cuenta. En el primer caso, el colectivo juega en su contra (los Warriors son novenos en el Oeste). En el segundo, sus esporádicas ausencias (ahora mismo, muy prolongada) le alejan de una continuidad que, de existir, le situaría de inmediato entre los favoritos. Ahora mismo, lo tiene casi imposible; no así Curry, que no se le puede descartar del todo. Tampoco un reconocimiento individualizado al coral Utah, con Donovan Mitchell como candidato; aunque, por propia cultura de la liga, se plantea la opción más compleja.

ROY: LaMelo Ball, líder de una camada al alza

Si Jokic y Embiid tienen mucho que reivindicar, la generación baloncestística del 2021 no es menos. Aterrizó en la NBA siendo considerada una de las hornadas menos ilusionantes de los últimos tiempos, pero se ha esforzado en voltear la narrativa. Hasta ocho novatos se encuentran por encima de los 10 puntos de promedio, cinco reparten más de 3 asistencias y trece sobrepasan los 4 rebotes. Nos son superproductores, pero sí piezas importantes. Superan las expectativas y, en el caso de LaMelo Ball (Charlotte Hornets), las iguala. Que no es poco. Suficiente, de hecho, para se el líder de la camada.

El pequeño de los Ball abrió las puertas de la NBA con el pesado manto de su padre, que le había llegado a comparar, incluso, con Magic Johnson o Michael Jordan. Delirios de grandeza o estrategia de marketing que, en todo caso, no son equipaje cómodo para quien debe arrastrarlo. Se ha hecho con la titularidad, tiene buenos registros (15,8+6+6,3), se siente líder y, sobre todo, se divierte. Y divierte. No es Hiss Airness, ni mucho menos, pero ya se ha ganado su respeto. Que no es poco, nuevamente. Tras él, el sube y baja es constante. Tyrese Haliburton (Sacramento Kings) y Anthony Edwards (Minnesota Timberwolves) le han ido aguantando el rimo, esperando cualquier tropiezo para aprovechar el rebufo. El segundo, adelantándose al esprint final: en los últimos ocho partidos promedia 24,5 puntos. Quiere terminar la temporada tal y como la empezó: seleccionado en primera posición. De ese estatus se ha ido descolgando James Wiseman (Golden State Warriors), tras un inicio más que notable: arrancó como titular y siendo el socio más fiable de Curry en un equipo horripilante. Luego, los Warriors mejoraron; pero él, maltrecho por los problemas físicos, desapareció. Además, cuando más se le empezaba a cuestionar. Le ha pasado factura.

Jugadores como Immanuel Quickley (New York Knicks), Jae’Sean Tate (Houston Rockets) o Saddiq Bey también merecen ser nombrados. El primero fue drafteado en 25ª posición, siendo la segunda opción de la franquicia tras Obi Toppin, pero es una de las sorpresas dentro de una franquicia sorprendente. Sin ir más lejos, es el rookie con mejor promedio de puntos por 36 minutos (23,2), el parámetro más justo de acuerdo con su presencia en pista. El segundo, undrafted en 2018 y sin debutar en NBA hasta la campaña actual, es una de las pocas noticias positivas en unos Rockets deprimidos, con 17 derrotas seguidas. Bey, 19º en la selección, copia el papel anterior en Detroit, donde acumuló once partidos seguidos con más de 10 puntos, la mayor racha anotadora entre los novatos.

DPOY: Gobert contra el muro sixer

Antetokounmpo puede repetir MVP, pero tampoco se le puede descartar en la categoría de Defensor del Año. Ni mucho menos. Por delante, sin embargo, se sitúan varios nombres. Hasta ahora, eran tres: dos que van de la mano y uno por libre. Rudy Gobert (Utah Jazz), el punto gravitacional de unos Jazz que disparan desde los satélites, podría seguir acumulando premios: el tercero en cuatro años. Una barbaridad. Esta temporada, Utah encaja 6,5 puntos más por cada 100 posesiones cuando él no está.

A su altura, Ben Simmons y, antes de la lesión, Joel Embiid (Philadelphia 76ers), que ya le rebasaron con rotundidad en su último enfrentamiento directo: 64 puntos en la pintura por los 44 de los Jazz y guerra ganada por Camerún bajo el aro (40 puntos, 19 rebotes y 2 tapones). Simmons y Embiid son los dos jugadores con más responsabilidad defensiva en las victorias de su equipo (1,8 y 2 defensive win shares respectivamente), que ocupa la segunda posición en el rating (108,4). Su valía en la retaguardia interior siempre ha sido valorada; ahora, también se ve magnificada por la ayuda exterior que Daryl Morey les ha proporcionado. Myles Turner (Indiana Pacers), líder de la competición en tapones totales (122) y por partido (3,4), ha dado un paso al frente para ocupar la vacante del pívot camerunés.

Luguentz Dort (Oklahoma City Thunder) o Clint Capela (Atlanta Hawks) también han mostrado su valía en este lado de la pista, aunque los récords de sus equipos les pueden penalizar. Royce O’Neal, con un trabajo inestimable en Utah, se puede ver eclipsado por el propio Gobert. Draymond Green (Golden State Warriors), en una temporada de alardes de veteranía y carácter, se ha situado él mismo en la conversación. «Ganamos más partidos, subimos en la clasificación, creo que no hay duda de que seré el Jugador Defensivo del Año. No hay defensor mejor que yo», dijo tras el partido frente a Utah. Está en la carrera, y no sólo porque lo diga él. De cumplirse su predicción, sumaría su segundo galardón en esta categoría, tras el obtenido en 2017.

Sexto hombre: Jordan Clarckson cambia el ritmo

Un equipo no se mantiene en lo más alto solamente con su quinteto inicial. Jordan Clarkson es revolución en un grupo, ya de por sí, fugaz. La improvisación en una liga que se mueve a ritmo de Jazz. Saliendo desde el banquillo (no ha sido titular en ninguna ocasión), acumula 18 puntos por partido y 3,9 rebotes. Ágil e imaginativo, ya ha dejado algunos de los mejores corossover de la temporada. Ahora mismo, saca un par de vueltas a sus competidores. Sexto hombre prototípico. Cuando entra, pasan cosas. También cuando lo hace el rookie Tyrese Haliburton (12,5 puntos y 5,2 asistencias), en las primeras posiciones de dos carreras. Ambos, a día de hoy, se encuentran por delante de Shake Milton (Philadelphia 76ers), arrollador en el inicio de la temporada (promedió 16,8 puntos en sus primeros 12 partidos), pero con una ausencia prolongada de cinco encuentros que le ha hecho perder fuelle.

A Montrezl Harrell, de momento, no le da para revalidar reconocimiento, a pesar de estar cuajando un buen curso (14,5+6,3) e ir en ascenso. Si Utah se abona a la irregularidad (cuatro derrotas en los últimos seis partidos) y Harrell sigue creciendo y maquillando la ausencia de Anthony Davis… cuidado con él. Junto a todos ellos, se encuentran jugadores como Terrence Ross (16 puntos), de Orlando Magic, o Chris Boucher (14,2 puntos y 1,9 tapones), de Toronto Raptors. Tim Hardaway Jr. (Dallas Mavericks) o Eric Gordon (Houston Rckets) también aportan mucho desde la segunda línea, pero suman un número importante de titularidades (17 y 13 respectivamente). El segundo, además, va a estar entre cuatro y seis semanas de baja por una distensión en la ingle. Delante, incluso, se podría ubicar a Thaddeus Young (Chicago Bulls), uno de los sextos hombres más determinantes de la competición, con 12,9 puntos más por cada 100 posesiones como resultado entre su presencia y ausencia, o Carmelo Anthony (Portland Trail Blazers), que en su nuevo rol acaba de superar a Hakeem Olajuwon y ya es el 11º máximo anotador de la historia de la NBA.

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