La campaña 2020 de los Falcons tuvo múltiples paralelismos con el Super Bowl LI (uno de los pasajes más tristes en la historia de la organización). En cuatro ocasiones Atlanta vio diluidas las posibilidades de ganar (Cowboys, Chargers, Buccaneers y Chiefs) y, además, sufrieron una remontada a manos de Tom Brady (quarterback de los Patriots en el Súper Tazón).

Esas inexplicables derrotas, aunado un progresivo deterioro interno tras la temporada 2016, pusieron final al proyecto de Dan Quinn y, de paso, también mandaron a Julio Jones (por cuestiones principalmente económicas) a los Titans.

Con Quinn ya en los Cowboys como coordinador defensivo, Arthur Smith es el encargado de establecer una gestión que represente una renovación total en el Mercedes-Benz Stadium. El primer paso ya está dado ya que solo cuatro titulares del Super Bowl LI se mantienen en el equipo (Jake Matthews, Matt Ryan, Grady Jarrett y Deion Jones).

Además, los Falcons tal vez no extrañen tanto a Julio Jones gracias al draft. En el más reciente reclutamiento Kyle Pitts llegó a Georgia proveniente de Florida y las expectativas son altísimas.

A pesar de ser tight end, las principales fortalezas del producto de Florida son el ataque aéreo y puede servirse de la velocidad y atención que tendrán Calvin Ridley y Russell Gage para ser el hombre que busque Ryan. Otro factor que juega en favor de su adaptación es la presencia de ‘Matty Ice’ (4,581 yardas, 26 touchdowns en 2020) y la preponderancia del juego por pase en Atlanta (quinta mejor ofensiva en 2020).

La verdadera preocupación de Smith está en el otro lado del balón. La campaña anterior los Falcons fueron la peor defensiva contra el pase (4,697 yardas toleradas) y el coordinador defensivo Dean Pess no solo perdió a Keanu Neal en la agencia libre, sino que deberá trabajar con una secundaria titular con tres elementos con menos de tres años de experiencia.