Clippers acaban con sueño de Doncic

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Clippers acaban con sueño de Doncic

Siete partidos son partidos. La única serie de primera ronda que se ha ido al último encuentro ha sido esta entre Clippers y Mavericks y se ha notado el fondo de armario y la capacidad de involucrar a varios jugadores importantes en los momentos donde se define una eliminatoria. Los angelinos se llevaron la contienda en el Staples Center por 124-111, cerrando con tranquilidad y a la espera de verse ahora con el mejor equipo de la fase regular: Utah Jazz. Sin Ibaka, lesionado en la espalda, han luchado hasta el final contra Dallas, que les ha puesto en los mismos aprietos o quizá más que en la burbuja, donde en 2020 saltaron chispas.

Hubo mucho Doncic y poco de otros compañeros, así se escribe una historia en la que al final el perdedor es el esloveno. El físico no le aguantó al tener que ocuparse de varias tareas, no sólo la de líder, y lo que parecía una exhibición histórica se quedó en un partidazo (46 puntos, 7 rebotes y 14 asistencias) que engaña y que abre una pequeña brecha en el equipo a pesar de que los pronósticos se han cumplido y el papel de los Mavericks ha sido muy bueno ante un equipo diseñado para ganar el Larry O’Brien. En el momento decisivo salió algo de ese Porzingis indolente que hemos visto hasta ahora, se quemó en exceso a Marjanovic pese a las opciones de Kleber y Powell, se destapó Finney-Smith como el escudero perfecto del esloveno y Hardaway sufrió un percance físico en la primera mitad que le minó la confianza con la que ha jugado toda la serie. Josh Richardson, sobre todo, el gran señalado junto a Porzee, al que ya se ve más fuera que dentro. Los ajustes de Carlisle ya fueron a lo loco cuando el equipo se vio sobrepasado en una segunda mitad donde Marcus Morris, Reggie Jackson e incluso Luke Kennard pusieron la puntilla desde la línea de tres. Trey Burke incluso tuvo minutos cuando ha pasado desapercibido todo el tiempo, siendo éste un buen ejemplo de que ya las teclas se tocaban sin orden ni concierto. 

Con esta pequeña fiesta ante su público el conjunto que dirige Tyronn Lue, que busca repetir el Anillo que logró en hace un lustro con los Cavs, puso el 4-3 y cerró una serie en la que llegó a estar dos abajo. Por primera vez los seis primeros partidos de una serie con público los ganó el visitante, pero en el séptimo los ángeles reinaron en Los Ángeles. Doncic terminó abrasado, enjugando una primera mitad mágica con una segunda donde sufrió para desbordar fruto del cansancio. Kawhi trabajó bien sobre él y luego metió 28 puntos en el otro aro. 

El momento había llegado para Doncic, que vivía su primer game 7 en la NBA. En el otro lado había buenas experiencias, como el tiro de Kawhi Leonard con los Raptors ante los Sixers, y malas, para lo que sólo había que mirar un año atrás. Eran motivaciones diferentes. Los Mavs se metieron en los playoffs por poco y los Clippers, por su parte, quedaron en la posición que quisieron para evitar a los Lakers si éstos pasaban. Han estado en un tris de volver a hacer el ridículo los hermanos pobres de Los Ángeles, pero lo han salvado con gallardía y calidad en el último momento. Y eso que hasta después del descanso no empezaron a soltarse verdaderamente. 

Las torres gemelas que formaban Marjanovic y Porzingis dieron resultado sin Zubac ni Ibaka y con el small-ball extremo que forzó Lue desde la mitad de la serie. Kawhi Leonard venía con todo del sexto partido y siguió con algo de inercia. En los primeros minutos tocó poner las cosas en claros y los Mavericks se mostraron todo lo frescos, de mente y piernas, que pudieron. Para ellos, con un puntal como Redick fuera y lo corto de efectivos que se han quedado a la hora de la verdad, era el plan: irse pronto e intentar resistir. Marjanovic y Porzingis, precisamente, se cargaron de minutos al ver que el camino para intentar sobrevivir era el suyo. Tim Hardaway, el anotador que ha encontrado Doncic estos últimos tres meses a su lado, se hizo daño en una jugada del primer periodo e incluso pasó por vestuarios, algo que a buen seguro lastró su participación (siempre con un grado de confianza muy alto; hoy, menos). Doncic empezó buscando sus tiros tras paso atrás y los postes, donde se siente a gusto pese a que la oposición sea un hombre alto. Y para Luka lo que empezó como casi siempre se fue convirtiendo en algo serio de verdad: al final del primer acto, 19; al final del segundo, ya en 29. La fiabilidad de Batum a la hora de mover a sus compañeros importaba y Mann fue la electricidad como suplente que casi siempre es Rondo, pero no sólo había partido sino que en él estaba el mejor Doncic. El segundo acto, sin embargo, cortó algo la racha en ataque de los visitantes y ahí se empezaron a ver las primeras muestras de agotamiento. 

El domino del rebote de los Mavericks por obra y gracia de Marjanovic se redujo en la segunda mitad, ganando la pelea los Clippers sin el grandullón en cancha. Ahí, otra fuga. Pero la salida de los vestuarios de los Mavericks fue lo que más congoja trajo a los Clippers, que se veían ya con una ventaja de ocho tantos en el intermedio. No paraban de llover los tiros de Dorian Finney-Smith, que acabó con 4/7 en triples. Porzingis, involucrado, también era una sorpresa para los locales. Tuvieron que sacar lo que les quedaba para doblegar a unos Mavs todavía con confianza. Paul George había aparecido y quedaba el segundo stint de Kawhi Leonard, que se puso con ahínco sobre Doncic y luego sentenció en ataque. El defensor primario de Doncic el año pasado, el polémico Marcus Morris, fue el que cambió asignación para tirar todo lo que sus compañeros preferían pasar: siete triples anotó el ala-pívot, lo que le convierte el único junto a Stephen Curry en meter esa cantidad de tiros de tres en un game 7. La distancia se agrandó cuando se iba a entrar en el último cuarto y ahí a Carlisle ya se le vio el cartón: sacó a Burke, anotador sólo cuando tiene confianza, después de un par de acciones bochornosas de Richardson, que ni defiende ni ataca y se le fichó para las dos cosas. Burke era ya el ir con lo que se puede, a lo que surja. A Morris se le unió Kennard, otro desaparecido durante estos enfrentamientos, para asestar tiros cual puñaladas y subir la diferencia a más de diez. De tales golpes no se recuperaron los texanos. Luka Doncic tuvo que delegar, ya que se estaba exponiendo mucho a la defensa de los Clippers y no generaba ya mucha ventaja con tiros y penetraciones. La producción del esloveno bajó en esas segunda mitad, arreglada con el partido ya sin tensión para llegar a esos 46 puntos que son, de todas formas, una delicia y una muestra más de que necesita mejora acompañantes para el viaje que supone pelear por la NBA. Los Clippers, los que se queden luchándola.

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