Una fatalidad de su rival facilitó a Roger Federer el triunfo en la primera ronda de Wimbledon. Metido en serios problemas, aunque con ventaja para llevar el partido al quinto set, el suizo vio cómo Adrian Mannarino sufría una dolorosa caída que le limitó seriamente. Con 4-2 adverso y 15-15 al resto, el francés se resbaló y fue víctima de una violenta torcedura de tobillo. Decidió retirarse tras perder el primer punto del quinto parcial. Federer ganó por 6-4, 6-7 (3), 3-6 y 6-2 y abandono, en dos horas y 44 minutos. “Es terrible cómo un percance puede cambiar un partido, un torneo, hasta una carrera. He tenido fortuna. Estoy feliz de poder contar con una nueva oportunidad en Wimbledon”, dijo el vencedor a pie de pista tras el encuentro.

Llueve en Londres, juega Federer en la Central e Inglaterra se mide con Alemania en Wembley. Estamos en 2021, pero el programa podría obedecer a muchos años atrás. Sólo los octavos de final de la Eurocopa poseen un carácter de cierta excepcionalidad. El suizo, ocho veces campeón del torneo, se pone a cubierto en su vigesimosegunda aparición consecutiva en el torneo. ¿La última? Lógico especular cuando, con 39 años y 337 días, es el tenista más veterano en el cuadro. Más aún, viniendo de dos operaciones de rodilla en 2020 y aún con el paso cambiado: sólo llevaba ocho partidos desde las semifinales de Australia del pasado año, sólo cinco victorias. Ni siquiera en Halle, donde levantó 10 veces la copa, pudo verse a un jugador afilado ante su gran objetivo: proclamar una vez más su autoridad en el All England Club. Perdió en segunda ronda ante Felix Auger-Aliassime.