LeBron y su legítima marca

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LeBron y su legítima marca

LeBron James nació 269 después de aquella noche histórica en la que Kareem Abdul-Jabbar quebró la marca de puntos de Wilt Chamberlain, es decir, la superestrella de los Lakers tenía tan solo unos días de haber sido concebido por sus padres durante aquel 5 de abril de 1984. Desde aquel suceso al día de hoy es mucho lo que ha cambiado la NBA, tanto en forma como en fondo: desde las características físicas de los jugadores, pasando por constantes cambios de reglas, hasta alcanzar diversas maneras e interpretaciones de cómo jugar el baloncesto. Evolución natural de una industria que solo busca crecer partiendo de las normas que se creen las adecuadas en épocas distintas. Jabbar y Chamberlain se beneficiaron del juego estático que impuso el dominio de la estatura. LeBron ha coincidido con la época del baloncesto anárquico de ir y venir, en donde muchas veces el talento individual quiebra sus lazos con el colectivismo. Un baloncesto espectáculo en el que la individualidad de un líder dicta y manda. Sin dudas, mucho más exigente en lo físico que aquel baloncesto desacelerado que primó en los sesenta y setenta. Los jugadores no elaboran reglas, no son mercadólogos que permanecen días y días frente a monitores buscando formas para convertir el deporte en un espectáculo atractivo para las nuevas generaciones. Tampoco son dirigentes que trazan esquemas eficientes para acortar caminos hacia los objetivos. Muchos podrán argumentar que esta NBA de la posmodernidad ha relegado la defensa para beneficiar la ofensiva. Es una obviedad en la que no pretendo entrar en estériles retóricas, pero esto no quita un solo milímetro de credibilidad a esta nueva marca de puntos de un jugador único que para mí es el más completo de la historia (por favor, no confundir con el mejor). Dueño de un coeficiente intelectual para jugar al baloncesto como muy pocos, capaz de jugar sin ningún tipo de problemas en cuatro de las cinco posiciones, gracias a una estructura física privilegiada que pocas veces lo ha enviado a la lista de inactivos. Un facilitador sin paralelos. LeBron solo puede ser responsable de su enorme y prematuro talento que lo condujo a la NBA sin dar un paso por el baloncesto universitario porque eso era perder el tiempo. No es culpable de convertirse en estrella a los 17 años, tampoco puede ser acusado por adaptar su juego a los lineamientos que mandan los nuevos tiempos. Un legítimo récord de puntos como fueron en sus respectivas épocas los de Chamberlain y Abdul-Jabbar. RAUL BRETON

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