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Liderazgo de Yadier a otro nivel en San Luis

Una vez llegada la primavera, Yadier Molina escoge un día en el que se queda atrapando detrás del plato durante todas las nueve entradas de un partido de la Liga de la Toronja con el objetivo de aclimatar su cuerpo al trajín que comienza con la temporada regular. Usualmente, el careta puertorriqueño cuadra ese día con el piloto Mike Shildt, cuya meta toda la primavera es encontrar el balance de darles a los jugadores la carga de trabajo necesaria mientras que los mantiene descansados para el Día Inaugural.

Esta primavera, sin embargo, Molina tomó la decisión espontanea de hacer eso en pleno juego el viernes en contra de los Astros, optando por navegar junto a su viejo compañero de batería, Adam Wainwright, y cinco lanzadores más a lo largo de sus respectivos aprietos en la victoria de San Luis por 4-3.

Para colmo, el boricua disparó un cuadrangular de 416 pies para ganar el partido.

“Nada mal para un anciano, ¿verdad?”, bromeó Molina.

Fue una muestra de lo que Yadier ha estado haciendo durante estos entrenamientos, impresionando a todos con un béisbol de primer nivel a 21 años de haber sido seleccionado en el Draft amateur. Aunque su legado está más que consolidado, Molina no ha dejado que su reputación lo preceda. El orgullo de Bayamón, Puerto Rico, sigue sacando a los corredores que lo desafían, sigue conectado jonrones, y sigue mostrando esa cara de frustración cuando no logra sujetar un foul tip con dos strikes para registrar el out.

“Está haciendo todo lo que un muchacho que está tratando de hacer el equipo haría”, declaró Shildt.

“Esa es una manera bien profesional de afrontarlo”, respondió Wainwright.

Molina ha hecho eso mismo esta primavera con un tono un poco diferente. Ha mostrado la disposición para dividir tiempo de juego esta venidera campaña, aunque el tiempo específico de juego está por verse. Molina cumplirá 39 años el 13 de julio – el día en el que se celebrará el Juego de Estrellas del 2021, el cual sería su décimo, en caso de ser convocado – y su contrato actual es sólo por una temporada, con él y Wainwright diciendo que el final de sus carreras se acerca y que asumirán un enfoque de año por año.

Los Cardenales cuentan con un receptor listo para las Grandes Ligas en Andrew Knizner, quien se proyecta como el cátcher reserva, y que al final terminar dividiendo el tiempo de juego con Molina esta temporada. Aunque Molina se siente físicamente bien, como lo demuestra su producción, ha tomado su papel de ícono del club a un nivel elevado esta primavera. En particular, el boricua y el cuarto mejor prospecto de la organización, el receptor panameño Iván Herrera, parecen tener un lazo irrompible.

El invitado a los entrenamientos fuera del roster, Tyler Heineman, ha dicho que parte de la razón por la que firmó con los Cardenales a un contrato de ligas menores fue para tratar de jugar para su equipo favorito desde que era niño. Y también para aprender de Molina.

“Esos jóvenes, les gusta aprender, les gusta trabajar”, expresó Molina. “Me siento contento por ellos. Cada día me presentan un reto, y yo les presento un reto a ellos”.

Se puede decir que Molina está utilizando toda su experiencia para cuando se llegue el día de pasar la antorcha oficialmente. No importa de qué forma lo veas, sus coaches y compañeros coinciden en que Molina sigue queriendo tanto a este deporte después de 17 años en las Mayores.

“Eso es algo que con suerte le aportará algo a cada jovencito de la organización”, dijo Wainwright. “Cuando ves a los jugadores quienes son quizás los mejores de todos los tiempos en sus posiciones haciendo esas pequeñas cosas de la manera correcta”.

Molina también ha mostrado una afinidad para momentos virales esta primavera, un indicador del tiempo de juego que podría recibir este año a pesar de su veteranía y desgaste físico a estas alturas de su carrera.

Además de dirigir el juego en cada lanzamiento de esa épica batalla entre Jordan Hicks y el venezolano Luis Guillorme, el Marciano impresionó a todos cuando retó al dominicano José Siri de los Astros a robarse la segunda base en un encuentro el 7 de marzo – y luego lo puso fuera de circulación sin despeinarse.

“Él ve cosas en el juego que otros simplemente no ven”, destacó el derecho John Gant.

Una estadística impresionante, presentada originalmente durante la transmisión de los Mets durante un partido el 9 de marzo, demostró que Molina ha cambiado completamente la manera en que algunos equipos manejan su corrido de bases. Uno pensaría, cuando los años y el desgaste físico te empiezan a cobrar factura, que el pop-time (el tiempo que hace la bola de guante a guante) de Molina y su presuntamente mermada habilidad para hacer el tiro a la intermedia eventualmente le permitiría a los oponentes desafiarlo más en las bases.

Eso es lo que uno pensaría.

“Está tirando bastante bien, tan bien como lo he visto hacerlo en los últimos años”, elogió Shildt. “Lo cual nos está diciendo algo”.

“Probablemente piensa que puede sacar a ese corredor con un tiro de dos botes o después de recibir un pitcheo en cambio del lanzador”, dijo el veterano relevista Andrew Miller. “ … Su reputación por sí sola tiende a prevenir que los muchachos traten de correrle”.

El papel de Molina pasó a otro nivel la pasada campaña, cuando ayudó a manejar el cuerpo de lanzadores a lo largo de una campaña turbulenta, llena de pausas y doble carteleras. Todo parte de su reputación, y todo parte de lo que hace a los demás receptores y lanzadores del equipo sentirse afortunados de jugar a su lado.

“El sólo hecho de tenerlo ahí dirigiendo a los lanzadores, cualquier pitcheo que pida, tengo la confianza de que es el correcto”, aseguró Gant. “Siento convicción a la hora de tirar ese pitcheo”.

Molina fue cortejado por otros equipos contendientes este invierno, pero San Luis era el lugar a donde el boricua siempre quiso regresar. Lo mismo sucedió con Wainwright. Es casi imposible imaginarse a este par vistiendo otra camiseta.

Aunque, en ocasiones, a Molina se le tiene que recordar que también existe el descanso.

“Cuando camina por el pasillo, luego dice, ‘¿voy a jugar mañana, cierto?’”, recordó Shildt después del juego del viernes por la noche. “Y yo le dije, ‘No, vamos a dejarlo para el domingo’”.

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