Mucho Anteto para tan pocos Lakers

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Mucho Anteto para tan pocos Lakers

Se supone que todavía hay por ahí aficionados de los Lakers que creen que la temporada se puede salvar. Que hay equipo para remontar la situación. Que el objetivo tiene que ser mirar alto, como si fuese esto 2020. Que se pongan el partido de hoy esos aficionados y vean la diferencia entre un aspirante de verdad y una medianía. Y eso que los angelinos saltaron a pista hoy con todo lo importante de su plantilla en disposición de jugar. Básicamente, LeBron James y Anthony Davis juntos. De momento han jugado 18 partidos juntos (10 victorias) de 55 encuentros. Puede que con ambos los Lakers ganen a equipos que están por debajo en sus números, que actualmente ya son de 3 partidos por debajo del 50% de victorias. Pero este año tener a los dos juntos no te asegura ganar a los buenos. Visto lo de hoy ni siquiera te pone cerca de ellos.

Muy triste que un equipo con estos dos jugadores vaya a ser incapaz de pelear con los grandes, pero es lo que hay y ya nadie puede sorprenderse. La defensa, terrorífica durante toda la temporada, está descomponiendo al equipo. Se lo está tragando. Si el sábado los Knicks les metieron 42 puntos en el primer cuarto, hoy los Bucks les han hecho 38. Más 42 en el segundo. Más 31 en el tercero. No se puede salir a los partidos con semejante nivel de desconexión, eso está claro, pero los problemas estructurales de esta plantilla van mucho más allá de la concentración.

En un escenario como éste Giannis Antetokounmpo se dedicó a hacer lo que mejor sabe: arrasar rivales. El griego firmó uno de sus mejores partidos de la temporada con 44 puntos y sólo tres fallos en 20 lanzamientos a canasta. Los defensas (y las defensas) que le fue poniendo delante fueron cayendo uno a uno derribados como castillos de naipes. Fue su mayor anotación desde el 17 de noviembre y no falló un tiro a canasta hasta el final del tercer cuarto, cuando su equipo ya había logrado una ventaja de 30 puntos.

Los Lakers hicieron de tripas corazón al principio del último parcial y con un 20-5 de salida se llegaron a poner a 10 puntos, pero el quinto triple de la noche de Bobby Portis cortó el intento de remontada. Durante todos esos minutos y como ya viene siendo habitual, Russell Westbrook estuvo sentado en el banquillo. Un buen rato antes, mientras los Bucks destrozaban a los Lakers de salida con porcentajes de tiro superiores al 70%, la grada se dedicaba a abuchear al base. Esta vez en dos ocasiones, tras fallar un tiro en suspensión solo y al perder dos balones en 12 segundos. Westbrook se quejaba a medias, sin forzar todavía demasiado sus declaraciones, por no jugar en los minutos calientes. Lo que indica que las cosas en Los Ángeles aún pueden ir a peor si la estrella levanta la voz contra su entrenador. Lo que faltaba.

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