Hamilton: «Sufrí racismo y nadie dijo nada»

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Hamilton: «Sufrí racismo y nadie dijo nada»

El éxito no siempre es la clave de la felicidad. Debutar en la Fórmula 1 y ganar el Mundial son los dos máximos de cualquier piloto que se quiera dedicar al automovilismo, sin embargo, para Lewis Hamilton no fue suficiente. En una reciente entrevista con el ‘Wall Street Journal’, el piloto de Mercedes confesaba la razón por la que decidió coger las rindas de su vida y llevar a cabo un cambio radical que se ha notado mucho en los últimos años. De querer pasar desapercibido, ahora, el británico es uno de los pilotos más reconocidos por sus labores sociales y, como olvidarlo, por convertir el paddock del Gran Circo en todo un pase de modelos cada jueves de gran premio. Simplemente mostrándose como es y lo que le gusta.

Hamilton ya no se esconde. Su cambio personal es más notorio que nunca y su confianza ha ido en aumento con el paso de los años, así como su número de triunfos a nivel mundial. A sus 36 años, peleando por su octava corona con Max Verstappen, el británico confiesa todo lo que ha tenido que vivir en sus primeros años dentro de la Fórmula 1 para encontrar un hueco y, sobre todo, conseguir el respeto que toda persona merece en su vida. En la misma charla con el medio estadounidense, Lewis recuerda los episodios de racismo que vivió por parte de muchos aficionados, especialmente en su entrada a la competición.

Recordados son los bochornosos comentarios que se escucharon en los test de pretemporada de 2008, en Barcelona, cuando parte de los aficionados se dirigieron a Hamilton con insultos racistas. El piloto llegaba, justo un año antes, a la competición, de la mano de Vodafone McLaren Mercedes, haciendo compañía a un Fernando Alonso que ya era bicampeón del mundo. «Recuerdo el primer año en que entré a este deporte y sufrí racismo por parte del público y nadie dijo nada», comenta Lewis, en memoria de esos comentarios que le tachaban por el color de su piel.

Y lo sufrió tanto que, pese a lograr lo que siempre había soñado, confesó que no podía disfrutarlo como realmente merecía. «Yo no era feliz. Había conseguido mi sueño, pero no era yo, no podía ser yo y no tenía la confianza en mí mismo por aquel entonces, así que simplemente me mantuve callado. Reprimimos tantas cosas que no nos damos cuenta del dolor que experimentamos», añadía el británico, quien llegó a pensar que él era el problema y se tenía que «ajustar a cómo la gente quería que fuese», con lo que «no estaba cómodo».

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