A pesar de los contratiempos, la actuación de Karim Benzema en el partido contra el Paris Saint Germain lo consagró como uno de los mejores delanteros de todos los tiempos

Tarde o temprano el mérito tenía que llegar. Karim nunca demostró tener prisas porque los focos se centraran en él. Tampoco dio indicios de desear el protagonismo cuando el número 7 de Cristiano Ronaldo estaba por delante. Siempre trabajó con bajo perfil pero siempre fue efectivo a la causa y cuando la camiseta blanca exigió un héroe, apareció.

Uno de sus compatriotas, Kylian Mbappé, destinaba al Real Madrid a su fracaso en Champions League, su juventud parecía ser más que la grandeza del máximo campeón de Europa, pero tres goles de Karim regresaron todo a la normalidad, un Madrid vencedor gracias a su mística y a una estrella.

Más allá de darle el pase a los merengues a los cuartos de final y de colocarlos como una amenaza para cualquier rival, KB9 inmortalizó su nombre en la historia del conjunto blanco. La hazaña no es poca cosa, pues para hacerse de un espacio allí se necesita ser más que las leyendas que construyeron lo que hoy es el club del siglo.

Eso hizo Benzema en el Santiago Bernabéu, al menos en el rubro de las anotaciones, fue más que uno de los máximos referentes del Real Madrid y del balompié internacional, Alfredo Di Stéfano. Con su hat trick llegó a los 309 goles, superando así la cifra del ahora cuarto anotador histórico y amenazando la del segundo, Raúl González (323 dianas).

Casualidad o el destino, nadie sabe qué es, pero alguna mística existió cuando El Gato arribó a España proveniente del Lyon. Mientras miles de personas ovacionaban su nombre por primera vez en el 2009, Di Stéfano lo presentaba, tal vez sabiendo que rompería su marca para alimentar la grandeza del club de sus amores.