Guillermo Ochoa sabe muy bien lo que es pelear por el descenso. Y en la Salernitana de Italia ese contexto empieza a sentirse de nuevo para el portero mexicano. La derrota de este miércoles ante el Empoli, por 0-1, los pone al filo de la tabla general, la delgada línea que sitúa a los equipos salvados de los que se marchan a la Serie B. La temporada 2023-2024 será bastante larga para Ochoa y sus compañeros, que siguen sin ganar en seis fechas y empiezan a sentir el fuego en los pies.

Son apenas tres empates y tres derrotas. Con esas tres unidades, Salernitana se encuentra en el sitio 17 del Calcio. Únicamente hay tres clubes que empeoran sus registros: Udinese, Empoli y Cagliari. Sí, la derrota del miércoles es más cruda porque fue a manos de un rival directo. La crisis de resultados es real para un club que, al menos la temporada pasada, pudo respirar con calma en esa misión de evitar la pérdida de categoría. Acabaron en el lugar quince, pero a once puntos de distancia del Spezia, el lugar 18, descendido.

El panorama pinta color hormiga y la influencia de Ochoa será más vital que nunca. Además, se trata de un reto personal para él: luchar contra la etiqueta de portero especialista en descender equipos. Hay que entenderla en toda su dimensión. El mexicano siempre ha peleado por el descenso en Europa (la única excepción fue el Standar de Lieja en Bélgica). Así pasó en el Ajaccio, con quien descendió en 2014 y con el Granada, mismo destino en 2017. En el Málaga no fue titular (sólo en el último semestre que estuvo y por necesidad del club, lesionado el titular Kameni), entonces ese pasaje no tiene demasiada representatividad.

Pero es verdad que en Ajaccio fue él quien cargó con el equipo durante tres años. Y al menos en las dos primeras temporadas sí que evitó la caída a la Ligue 2. En el Granada fue el portero más goleado en la historia del futbol español, pero también el portero con más atajadas en la historia de un certamen. Es verdad entonces: Ochoa pelea por el descenso generalmente, y ahora no será la excepción, pero también es vital en esa misión. Si hoy la Salernitana tiene una esperanza de quedarse en la Serie A, en gran parte se debe al portero que firmaron en enero.

Ochoa, al dejar al América, tomó una decisión que lo sacó de su zona de confort justo en los que, supuestamente, son los últimos años de su carrera. Lo hizo porque tiene la meta de jugar la Copa del Mundo de 2026, la cual sería la sexta en su cuenta personal (primer y único mexicano en conseguirlo, y quizá único jugador en hacerlo, si Lionel Messi y Cristiano Ronaldo no dicen lo contrario). Pero la consecuencia de esa decisión fue clara desde el principio: iba a jugar en un equipo que pelearía la parte baja de la tabla.

Son diez goles los que ha encajado en estos seis partidos. No tiene la presión de pelear el puesto titular con alguien más, pues Luigi Sepe, con quien disputó el puesto la campaña pasada, fue vendido a la Lazio. La posición es suya y deberá relucir toda su jerarquía para que Salernitana cuente la salvación el final del año futbolístico. No sólo es una responsabilidad con el equipo, que tanto confía en él, sino también una revancha y acaso la oportunidad de librar la maldición de irse al descenso en tres ocasiones. Con todo y que su edad de plenitud ha pasado, Ochoa quiere seguir vigente con las cualidades que aún tiene. Por eso el reto de la salvación en Italia será otro capítulo más que valdrá la pena ver.