Los Bucks vuelven a sufrir una pequeña explosión en su camino hacia el título que todos quieren. El equipo tuvo en Houston su tercera derrota en los últimos cuatro partidos y, pese a que sus números globales siguen siendo consistentes, volvió a soliviantar a su estrella más brillante, Giannis Antetokounmpo, que se despachó contra todos fruto de un enorme cabreo.

En el Toyota Center la caída no fue estrepitosa. Todo lo contrario. 112-108. Teniéndolo perdido al entrar al último cuarto tuvo dignidad para intentar la remontada y casi conseguirla, apretando hasta los últimos segundos al combinado texano.

Los Rockets sacaron adelante este partido y están en una racha diametralmente opuesta a los Bucks: éste es su tercer triunfo en los últimos cuatro compromisos. En una noche en la que ni siquiera estuvieron muy acertados amasaron ventajas de veinte puntos con facilidad después del descanso. Udoka va haciendo camino, colocando al equipo en récord positivo.

Menos agradable fue la reacción de Giannis Antetokounmpo a esta derrota. El alero griego, que volvió a firmar numerazos (48 puntos y 17 rebotes; 16/25 en tiros de campo y 15/21 en tiros libres), habló en los siguientes términos después del encuentro: “Tenemos que ser mejores. Tenemos que jugar mejor, que defender mejor, que confiar los unos en los otros mejor, que ser entrenados mejor, etc. En cada cosa todos tenemos que ser mejores. Empezando hasta por el utillero, que tiene que lavar nuestra ropa mejor. El banquillo tiene que mejorar, la defensa tiene que mejorar. Los líderes del equipo tienen que hablar más, tenemos que meter más tiros y tener una mejor estrategia… Tenemos que ser mejores. Y tenemos cuatro meses para hacerlo”. Un intento agresivo para espolear a los demás de cara a la lucha por el campeonato, que es el horizonte al que apunta. Ha empezado 2024 a ritmo de MVP, pero sin que un equipo bien trabajado a lo largo de los años responda de la misma o parecida manera.

Ante Wembanyama terminó crecido. Se llevó un duelo en el que el novato francés, con cierto parecido a él, le llevó al límite. Anteto, sin embargo, fue menos líder ante los Rockets, su imagen fue mucho menos agradable y lo coronó con sus declaraciones. Y de nuevo sale a escena Adrian Griffin, el entrenador fichado en verano, al que no es la primera vez que se advierte.

Houston fue un motor de gasolina desde el principio y Milwaukee fue con el diésel hasta donde pudo llegar. Ni siquiera vimos a dos bólidos de carreras en batalla, no, el partido estuvo lejos de eso si es que queremos hacer un símil automovilístico. Los Rockets anotaron sólo el 43% de sus lanzamientos en juego y con ello controlaron casi todas las franjas, ése fue el nivel, y ninguno de sus hombres de más acierto se salió de esos flojos porcentajes. El primer cuarto fue igualado hasta que llegó el 13-0 con el que se cerró, lo que advertía algún serio problema en el motor de los Bucks. Tanto en los tiros libres como en los triple estaban sufriendo y más que lo iban a hacer hasta que terminara la jornada; por ejemplificar con el perímetro, entre Lillard, Middleton y Brook Lopez, tres brazos armados del ataque de Griffin, acumularon un raquítico 2/19. Antes del descanso se les estaba empezando a ir seriamente el encuentro, con o sin titulares, y tras el paso por vestuarios la reacción fue tibia. Sólo entrados en el cuarto acto los Bucks fueron más incisivos. Estaban en -18 a falta de once minutos y se colocaron en -6 entrando en los dos últimos. Un pase de fantasía de Sengun (21+11) para dejar solo en la esquina a Smith (14+12) derivó en el triple que puso la distancia imprescindible para sudar lo justo y necesario. Con eso valió.