El América es el amo y señor del futbol mexicano. Al menos en su fase regular. Así lo demuestra su liderato actual. Lo ratificaron ayer contra Atlético San Luis. Fue un triunfo (1-0) sin muchas luces, pero con lo necesario para mantener el paso arrollador que los sitúa como el candidato al título del Apertura 2023. Nadie tiene más puntos que Las Águilas: 36, muy por encima de los 28 que tiene Tigres, su más cercano perseguidor y actual campeón. Apenas han perdido un partido en todo el certamen y fue hace cuatro meses, en la jornada uno contra Juárez.

Con la llegada de André Jardine, el América ha mantenido el paso que tenía el torneo pasado, con números prácticamente iguales: cerraron el certamen anterior con 36 goles, contra los 34 que tienen ahora. En defensa todo va medianamente igual: 14 goles recibidos en el actual torneo, a dos partidos del final, contra 15 recibidos en los 17 partidos de la campaña pasada. Ya con Fernando Ortiz había un estilo muy definido. Pero una deuda acabó con sus días en el América: no pudo llegar ni siquiera a la final del fútbol mexicano.

Su contrato terminó, pero de cualquier forma quedó la sensación de que su ciclo no daba para más. Sobre todo por la forma en la que se dio su última eliminación, contra Chivas. Tenían todo a favor (marcador global de 2-1 y cerrando en casa), pero la expulsión de Álvaro Fidalgo derrumbó los planes amarillos y Ortiz se quedó sin respuesta en el banquillo. Fue cuestión de tiempo para que Guadalajara diera la vuelta al resultado y accediera a la Final.

Seis meses antes, en el Apertura 2022, América también quedó fuera en casa tras perder 3-2 en el global contra el Toluca. Y en el primer torneo de Ortiz, que había entrado como relevo de Santiago Solari, cayeron en semifinales dolorosamente ante Pachuca: 4-1 en global. De a poco, puede establecerse la tendencia: el América sufre en las Liguillas. No para acceder a ellas. De hecho, con Solari también firmaron dos torneos de dominio en 2021 (sublíderes y lideres), pero perdieron igual de dolorosamente ante Pachuca y Pumas.

Son el único equipo que, desde 2020, cuando se instaló el repechaje, no han necesitado de esa fase para entrar a la Fiesta Grande. Y no fallan a esa instancia desde el Clausura 2017, cuando los dirigía Ricardo La Volpe. Son ya 12 torneos consecutivos en los que han llegado a la Liguilla, pero únicamente han sido campeones en una ocasión: Apertura 2018. Además, jugaron la Final del Apertura 2019, en la que cayeron en el Azteca contra Rayados de Monterrey.

América podría ser más que un equipo constante en los últimos años: dominan a placer la fase regular. Pero después viene su calvario, pues no pueden extender la hegemonía cuando más se necesita. Ese es el gran reto para André Jardine. Se sabe que en el América no vale otra cosa diferente al título, pero esa exigencia ha tomado un nivel más alto en los torneos recientes, en los que América ha sido favorito y no ha cumplido con la misión.

Contra San Luis dejaron algunas dudas, porque los potosinos, igual que en la Liguilla pasada en cuartos de final, dejaron todo en el campo y ciertamente merecieron, cuando menos, el empate. Ese tipo de fisuras en el rendimiento águila son las que pueden pesar a futuro. Para ser campeón en México nunca se ha requerido de excelencia en la fase regular, como sí es indispensable mantener un nivel alto durante tres semanas, las más importantes del semestre. Ahí se verá si esta versión del América entra al club de campeones o firma una decepción nueva que, por lo alto que están volando, sería dolorosa hasta la médula.