Jugar contra Sebastian Korda a las primeras de cambio en un torneo, máxime cuando el estadounidense ya había competido en primera ronda, no es plato de buen gusto ni siquiera para los mejores del mundo. Lo sufrió en el Masters 1.000 de Montecarlo Carlos Alcaraz, octavo favorito del torneo y 11º del ranking que acreditaba un balance de 18-2 esta temporada con títulos en Río y Miami y semifinales en Indian Wells. Mónaco se quedó en menos de 24 horas sin la posibilidad de ver un cruce entre Novak Djokovic y el español. El serbio cayó el martes ante Alejandro Davidovich y este miércoles fue el estadounidense de 22 años y 42º el le dio un disgusto (7-6 (2), 6-7 (5) y 6-3 en 3h02) a otro cabeza de serie, que llegaba con vitola de potencial campeón y que había vencido en el primer enfrentamiento entre ambos, el año pasado en las NextGen ATP Finals.

No tuvo un buen día Alcaraz en un partido áspero y feo a la par que tenso y emocionante, muy de tierra. Korda fue superior pese a no ser un especialista. Con mucha tranquilidad, llevó la batuta durante casi todo un encuentro condicionado por el viento, que dificultó mucho los saques. En ese apartado estuvo mal el murciano de 18 años. «No puede ser, primero-segundo todo el partido, ni un primero», se quejaba tras perder el primer set en el desempate.

Las dificultades para controlar el servicio hicieron que hubiera 13 quiebres, siete para el americano, que sumó 36 golpes ganadores por 21 de Carlos y cometió 59 errores no forzados, 11 más que su rival (48). El prodigio de El Palmar, que apelaba a la paciencia en las entrevistas previas a su debut en Montecarlo, se presentaba en una plaza de prestigio y no pudo mostrar a los espectadores su mejor versión. «Estoy un poco decepcionado conmigo mismo. Tuve muchas oportunidades de estar arriba y cerca de ganar, pero estas derrotas a veces es bueno vivirlas», explicó después de ofrecer algunos destellos de calidad, pero con cuentagotas ante un Korda serio, valiente y con un actitud que para sí quisieran otros compañeros que ocultan su falta de capacidad tras un irrespetuoso desprecio por la arcilla. «Estoy muy cómodo. Crecí con la tierra verde en Florida y vi un poco de la roja cuando viajábamos a Praga. Sé cómo jugar», reveló.