Lo de Hamilton opaca el triunfo de Verstappen

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Lo de Hamilton opaca el triunfo de Verstappen

Podríamos llamarla la «táctica Djokovic». El serbio se pasó los meses de noviembre y diciembre en silencio sobre su posible vacunación y su consiguiente presencia en el Open de Australia, de manera que toda la prensa se pasó el descanso invernal hablando de él y de los rumores que iban saliendo de su entorno en vez de hablar de lo importante, es decir, de tenis y del propio torneo de Grand Slam. Esa apropiación del terreno deportivo continuó, por supuesto, durante todo el mes de enero con sus historias burocráticas. Solo a partir de la segunda semana del Open pudimos quitarnos al serbio de la boca y eso que él, en primera persona, no había dicho ni una palabra.

Tampoco ha dicho ni una palabra Lewis Hamilton desde que perdió en Abu Dhabi el Mundial de Fórmula Uno frente a Max Verstappen. Ahora bien, no hemos hecho otra cosa que hablar de él: de su enfado, de su resignación, de sus exigencias de cara a la FIA, de su posible retirada… Mercedes ha filtrado de todo con tal de justificar su derrota frente a Red Bull y con el objetivo expreso de que no hablemos del nuevo campeón, el joven Max Verstappen ni le demos mérito alguno a su hazaña de derrotar a un siete veces campeón del mundo.

¿Cómo se consigue formar una cortina de humo así? Muy fácil. Necesitas la mención constante a una amenaza: «Hamilton se podría retirar». Necesitas a la vez no ser muy tajante, solo un goteo de insinuaciones, y que además esa amenaza responda a un supuesto agravio: «Se va porque le han robado el Mundial», siguiendo la poco elegante táctica mediática empleada por la escudería alemana desde el mismo momento en el que Masi decidió que se reiniciara la carrera en la última vuelta del campeonato.

Pero, sobre todo, necesitas el silencio de Lewis Hamilton. Sin eso, no se puede hacer nada. Si Hamilton sale y dice: «El año que viene, sigo en la Fórmula Uno», se acaba el debate y podemos hablar de Max. Si Hamilton sale y dice «El año que viene, abandonaré esta mafia corrupta que no me deja ganar siempre», bueno, pues homenaje merecidísimo y a otra cosa. ¿Quién parte de favorito para el año que viene? ¿Qué coches parece que están evolucionando mejor? ¿Cómo afectará el nuevo reglamento a cada escudería?

Sin embargo, Hamilton no salió a decir nada. Todos los de su alrededor, sí, pero, curiosamente, él se pasó estos meses muy callado y de vacaciones. Nadie sabrá mejor que el británico cuáles son sus intenciones para esta nueva temporada, pero él ha preferido que vuelen los rumores porque sabe que, así, el mundo del motor seguiría hablando de él, es decir, del segundo, en vez de hablar de quien realmente se lo había ganado, es decir, del primero.

Ha hecho falta esperar a febrero para que Hamilton diga algo, en sus redes sociales, que no sea mínimamente enigmático. Su «I´m back» –cuánto daño ha hecho Michael Jordan a las relaciones públicas de los deportistas– invita a pensar no solo que ha vuelto de su descanso y está dispuesto a postear de nuevo… sino que va a seguir en la Fórmula Uno al menos un año más, junto al muy esperado George Russell. Tampoco es una afirmación categórica, con lo que aquí estamos, especulando si de verdad quiere decir esto o quiere decir lo otro… pero algo es algo.

Los medios, por supuesto, tienen responsabilidad en todos estos circos. Aquí, por ejemplo, hemos preferido no darle coba a Hamilton, pero cuesta, claro: hablamos de una figura gigantesca en la Fórmula Uno, un hombre que se quedó a una vuelta de ganar su octavo entorchado mundial. Hamilton sabe que todo lo que le rodea es noticia y que así se va a tratar. Por ello, igual que Djokovic en su momento, Hamilton debería haber salido y dado la cara. Afirmar, sin ambages, cuál será su futuro, dejar de especular y, aunque solo sea por amor al deporte, dejar que nos centremos en una temporada apasionante que está en sus preparativos.

Sin embargo, en ambos casos, el ego se cruzó. A los grandes campeones les cuesta mucho hacerse a un lado. Especialmente, cuando vienen de dolorosas derrotas (Djokovic en el US Open; Hamilton, en Abu Dhabi). No entienden que venga alguien más joven y les derrote. Hay que mantener la maquinaria funcionando y, si no hay nada que ofrecer, ofrezcamos ruido. Siempre hay quien lo compra, claro. Y ellos son los primeros que lo saben.

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