Lomachenko pone orden en los ligeros

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Lomachenko pone orden en los ligeros

Vasyl Lomachenko conectó dos izquierdas a Richard Commey y le hizo trastabillarse y rebotar contra las cuerdas. El africano volvió a la posición de pelea y el ucraniano le mandó a la esquina. Un segundo después tocó la campana. Era el segundo asalto de su combate y Loma estaba disfrutando. El excampeón mundial en tres divisiones tomó un riesgo muy importante. Había escogido un rival muy complicado para sus características: más grande, fuerte y con gran pegada. Parecía un último examen para pedir la revancha contra TeófimoLa derrota de López desbarató cualquier revancha (su último verdugo subirá de peso), pero él tenía que afrontar ese desafío. Lo hizo a la perfección y le ganó por clara decisión unánime (117-110, 119-108 y 119-108). Solo le faltó noquear cuando pudo. Perdonó, de manera inexplicable en el séptimo.

Lomachenko es un boxeador diésel, pero esta vez solo tardó un asalto en leer la pelea. Commey sacaba bombazos cada vez que tiraba un golpe. No podía confiarse. No lo hizo, desde el segundo asalto Loma sacó todo su arsenal. Variaba planos, velocidades, ángulos… Ante Nakatami, en junio, el ucraniano mostró un buen nivel, pero en Nueva York este sábado dejó grandes sensaciones. Que nadie se olvide de él para el ligero. Era el mensaje que quería mandar y lo hizo.

Las cualidades defensivas de Lomachenko son extraordinarias, igual que las ofensivas. Cuando se lo proponía era intocable y contestaba con series largas. Era de otro nivel ver como Loma hacía fallar manos a su oponente. El ucraniano estaba tan cómodo que incluso se permitió el lujo de pararse, dejarse encerrar en la esquina y darle la vuelta a la tortilla para cruzar con Commey en el sexto asalto. El ghanés era duro, pero con el paso de los rounds iba perdiendo la pegada que tenía al principio. No dejó de intentarlo, pero sus cualidades iban mermando. Loma, por su parte, le iba castigando y pasó lo previsible. Con un crochet en la corta le envió a la lona en el séptimo. El excampeón mundial en tres divisores advirtió a la esquina de su rival que Commey no estaba bien. El árbitro le invitó a seguir, pero tenía razón. Al ghanés le fallaron las piernas y Loma pidió lo mismo… pero le dejaron seguir.

En la esquina Commey pidió seguir y el médico, antes de empezar el octavo le revisó para darle el OK. Lomachenko, sorprendentemente, no quiso apretar. Parecía que quería permitirle recuperarse. En el noveno, el ghanés salió agresivo y metiendo mucho ritmo. La estrategia no parecía la mejor, pero los genios hacen cosas de genios. Cuando Loma volvió a pisar el acelerador fue superior de nuevo. Daba la sensación de que buscaba la estocada final, pero no. Jugó, se gustó y ganó fácil sin perseguir el KO. Commey, por su parte, nunca dio su brazo a torcer y siempre intentó seguir y sorprender. No desmereció el escenario. Una vez que cumplió en el ring, Loma fue claro con el micrófono: «Soy el que merezco la oportunidad de pelear contra Kambosos. Si me la ofrecen, la aceptaré. Pelearé en cualquier lugar del mundo«.

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