Desde aquella eliminatoria entre Warriors y Raptors que acabaría elevando a lo más alto a los canadienses no se veía a Klay Thompson disputar un partido de la NBA. Aquello fue en 2019. La lesión de Durant y la suya pusieron punto y final a la catarata de éxitos de Golden State durante ese lustro y la franquicia entró en una nueva sala, que no era el potro de torturas pero sí una estancia lúgubre, y ahora, 941 días después, pueden decir que salen de ella. Ya están, a falta de que regrese James Wiseman, todos los de la tropa. Eran una amenaza durante esta temporada y ahora pasan a ser el equipo a ganar. Klay ha estado dos años y medio transitando el duro camino de la recuperación de lesión con dos de ellas: primero, la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda; después, cuando estaba a punto de regresar, el Aquiles. Uno de los mejores tiradores de la historia ha tenido que ver desde casa o banco dos años y medio de su vida útil como jugador, pero eso se acabó. 

La nueva casa de Klay es el Chase Center, donde debutó este domingo por la noche. Desde la mudanza del Oracle Arena de Oakland a este nuevo pabellón, en la ciudad de San Francisco, no había pisado parqué. La NBA le recibió con los brazos abiertos. Hablamos de un jugador que, a sus 31 y después de este calvario, ha ido a 5 All-Star, ha ganado 3 Anillos y ostenta el récord actual de triples en un partido, 14, que ni un Curry superlativo en su ausencia le ha quitado. Por si a alguien se le olvidaba quién es. Para su regreso se eligió a los Cavaliers, un equipo que está desarrollando un juego rápido y comprometido que recuerda a los Warriors en los que Thompson era pieza fundamental. Asfixiar a los de Cleveland con la defensa, el arma que nunca se llegó a realzar tanto de aquella plantilla de los tres campeonatos, y empatar a los Suns para recuperar el liderato de la Liga fue la manera en la que se rememoraron los tiempos en los que el hijo de Mychal no tenía que estar pendiente de dos maltrechas piernas. 

Thompson arrancó como titular y encestó la primera canasta de su equipo, una acción de bloqueo para el tirador preparada antes de comenzar que el californiano finalizó con una bandeja entre muchas manos. Fue su forma de decir que había vuelto. Su partido, en el que al final firmó 17 puntos en 20 minutos, es un ejemplo. Verse contra los Cavs, que no son los mismos que los que se midieron a él cuatro veces en las Finales aunque resista Love, era una imagen retro, pero es que esa primera acción y una posterior en la que parecía que se la jugaba sin importar más lesiones es por lo que es imposible no rendirse a este jugador. Fino estilista, tirador ortodoxo, en una penetración antes del descanso se marchó de Allen en el perímetro y se fue con todo a machacar, evitando la defensa de Markkanen y Stevens y concluyendo con un mate a una mano con el que el público explotó definitivamente. También antes de marcharse a los vestuarios, en una jugada posterior, pudo meter su primer triple. Para no perder ritmo se puso a pedalear en una bicicleta estática. Su carta de presentación a la NBA fue de 3/8 en tiros de tres y 4/10 en tiros de dos, no acorde a sus números de siempre pero superando cualquier expectativa sobre alguien que ha estado casi mil días sin poder jugar al baloncesto.

Esas dos jugadas con las que Klay abrió brecha en el segundo cuarto ayudaron a los Warriors a irse a casi diez de ventaja, una que pudieron ampliar en un buen tercer periodo para cerrar el partido con tranquilidad. Aunque el resultado (96-82) hoy era lo de menos.