MUNDO DEPORTIVO- La decisión de Messi de marcharse, de vaciar su taquilla en el Camp Nou, coincide con el momento más afligido y triste del Barça de los últimos años, justo cuando el club había emprendido la refundación de su primer equipo tras el desastre de la Champions League. Precisamente aquel doloroso 2-8 ante el Bayern de Múnich en Lisboa, que echó al equipo azulgrana de mala manera, el que debía ser el punto de partida de un nuevo Barça pasará a la historia también como el último de Leo de azulgrana. Su inigualable historia no merecía este final.

Leo se va en un 2020 horrible también en lo deportivo. Un año que ha terminado en blanco. Es la segunda vez que no celebra ningún título a la conclusión de la temporada. La anterior fue en el último de Rijkaard, un 2008 que también supuso un punto de partida y de inflexión. El crack argentino dice adiós con Koeman empeñado en devolver el orgullo herido al barcelonismo. En su presentación y también en las reuniones previas con el presidente Josep Maria Bartomeu y la dirección deportiva, el técnico holandés había señalado a Messicomo el pilar fundamental de su proyecto. Un jugador necesario, vital, al que abrió su mano y al que consideraba pilar imprescindible para salir de una crisis deportiva que había dejado al club desorientado. Koeman trató de convencerle, pero ya tuvo la impresión de que Leo estaba más fuera que dentro del club. El héroe de Wembley no había podido convencer al héroe de los últimos 12 años de éxito prolongado azulgrana. Koeman necesitaba a un gran capitán que ya no estará a su lado.

La revolución que el holandés emprendió de manera decidida se llevó por delante a Luis Suárez. Apenas veinticuatro horas después de hacerse pública la llamada del entrenador para comunicarle al uruguayo que era prescindible, Messi acompaña a su amigo a la puerta de salida para dejar atrás también una etapa dorada, magnífica, empañada sólo por una caída en picado después del confinamiento.

Koeman se queda sin líder, sin el líder del campo, aquel que tenía que ser el referente, el faro por el que guiarse. Messi se irá sin despedirse de una afición que le ha adorado hasta la locura. Una afición que está ya convulsionada