Se cae en una infantil aberración cuando solo se evalúa la participación de un jugador en el destino de un partido solo tomando como referencia los puntos aportados. El baloncesto es un deporte muy complejo en el cual las estadísticas no siempre son referentes fiables. Las cooperaciones de Al Horford en el importante partido siete son muestras fehacientes de que en el baloncesto las intangibles juegan un papel tan fundamental como las tangibles. Se engaña todo aquel que se detiene en el box score final y mira los cinco puntos del dominicano en el decisivo partido. No necesita Boston de la ofensiva de Al para sobrevivir, para eso están Tatum, Brown y Smart (74 puntos entre los tres). El trabajo de Al es colectivo, de facilitador, de ayudante silencioso para un grupo de jugadores que elevan su nivel cuando lo tienen en el tabloncillo. Evaluemos esas cosas que no suelen tomarse en cuenta: Tomó los dos rebotes defensivos más importantes del partido en los segundos finales, siempre bien posicionado en el juego de zona defensiva abierta 1,2,2 que planteó Spoelstra para darle más espacio a las penetraciones de sus compañeros, redujo el daño ofensivo que provocan las penetraciones de Adebayo, su presencia en la zona de la pintura obligó en innumerables ocasiones a la ofensiva de Miami a devolver el balón más allá de siete metros de distancia, pase de salida para iniciar un contraataque que en varias oportunidades terminó dando ese penúltimo pase que tanto se valora en el baloncesto europeo pero que jamás se toma en cuenta en la NBA. Todo lo antes dicho son intangibles que no se muestran en las estadísticas finales, pero que los dirigentes toman muy en cuenta, razón por la que Al fue el segundo Celtic en minutos jugados anoche (44:02), solo superado por Tatum (45:34), algo que deja en evidencia la confianza y dependencia del dominicano que tiene el dirigente Ime Udoka. Al está en la final. ¡Enhorabuena!