No sabes por dónde te van a salir estos Lakers. Igual en el momento crítico de la temporada, con LeBron James dejando mensajes crípticos en redes sociales porque no salen las cosas, saca dos triunfos en plazas en las que no era lo más lógico hacerlo. Igual teniendo tantos problemas físicos, con Darvin Ham más cuestionado que nunca, la rotación es la que salva la situación. Son situaciones difícilmente explicables. Pero ahí están, sobreviviendo. Esta gira de seis encuentros que finaliza en el Este tendrá su último punto el lunes por la noche en Charlotte y ya cuenta con el 50%: ganaron en casa de Golden State y lo acaban de encadenar dos milagros en las de Celtics y Knicks (105-113 en el marcador del Madison), dos de los mejores equipos de la conferencia opuesta.

Los Lakers se impusieron en la noche del jueves en el Garden de Boston sin LeBron ni Davis y en otro jardín, el de Nueva York, lo hicieron después de saber que uno de sus estandartes en defensa, Jarred Vanderbilt, probablemente esté fuera para lo que queda de fase regular. Los golpes que recibe constantemente el conjunto de Los Ángeles están siendo absorbidos con entereza. El equipo, con todo el significado de la palabra, salió a relucir este sábado.

Los despistes que cometieron los angelinos en el tercer periodo, que les llevaron a verse hasta ocho abajo, no se cometieron en el cuarto. A los locales se les quedó la muñeca de madera, siendo ésa su manga menos anotadora de la noche, y el partido incluso se cerró con holgura.

Los Knicks están peleando por el segundo puesto del Este. No son la befa de otros años. Además llevaban nueve triunfos seguidos tras un enero de película y habían sido los vencedores del partido de ida en el Crypto Arena. Todo ello valió para los Lakers como si fuera conquistar el Everest y allá en lo alto clavaron su bandera. Los de Thibodeau perdieron la compostura como pocas veces se les ha visto este curso, lo cual en realidad habla bien de ellos.

Un compromiso en el que los Lakers muestran más signos de revitalización sin que los problemas hayan menguado. Ham rotó únicamente con ocho jugadores y le bastó. Son los penúltimos de su división y el equipo vive -entero- en el alambre de un funambulista, pero resisten y no rehúyen la pelea. Como buenos signos, se mantiene a pleno rendimiento Austin Reaves después de su exhibición en Boston, aquí con 22 puntos, 6 rebotes y 7 asistencias de aporte, y en funcionamiento su conexión con James y Russell en la dirección. Taurean Prince vuelve a ser el termómetro: anotó seis de sus diez tiros, fue ancla en la defensa. Y Anthony Davis, que no tuvo su día de cara al aro (4/12 en tiros), fue capital protegiendo el aro y expiando así sus pecados. El Madison vio un portento.