El GP de México no contó con las alegrías de años pasados para los fans mexicanos. Todo acabó muy rápido, con el choque entre Charles Leclerc y Sergio Checo Pérez. El ídolo nacional vio frustrada su participación en casa apenas en la primera vuelta, luego de una maniobra arriesgada en la que quedó emparejado con el piloto monegasco de Ferrari —Leclerc y Carlos Sainz tenía la ventaja de salida—.

Fue una apuesta de impacto. Podía salir muy bien o muy mal. Y el resultado fue trágico para las aspiraciones de Pérez en Ciudad de México y para los aficionados que acudieron al Autódromo Hermanos Rodríguez. Al final, el título volvió a quedarse «en casa», pues Max Verstappen ganó para Red Bull. El podio lo completaron Lewis Hamilton y el propio Leclerc, que fue abucheado por un sector de fans mexicanos al finalizar la competencia.

Pérez, desde luego, defendió su decisión. «Sí, muy difícil. No esperaba que Charles en medio iba a frenar similar a nosotros, porque Max y yo íbamos por fuera. Me tiré, hoy para mí no era suficiente terminar en el podio: quería ganar la carrera. Vi la oportunidad y me tiré por él», señaló el mexicano a los medios de comunicación. En el último par de ediciones, 2021 y 2022, Pérez formó parte del podio (en ambos casos, el campeón fue Verstappen y el segundo lugar Hamilton). Esta parecía una oportunidad única para, por fin, sellar el triunfo en casa.

Y la reacción de algunos aficionados fue reflejo de esa decepción: abandonaron el recinto pese a que la carrera recién había comenzado. He ahí un reto en el futuro para la Fórmula 1 en México: nunca perderá su etiqueta de espectáculo gigante, pero será complejo replicar la emoción de los últimos años en el futuro, si Checo Pérez no sigue en Red Bull o en una escudería que compita por los primeros sitios. Y ni hablar después, cuando el tapatío dé un paso al costado de las pistas.

Por ahora, los síntomas de la idolatría por él siguen siendo palpables a todas horas. Con todo lo bueno y malo que eso implica. Es un imán de emociones, pero también despierta el lado más iracundo de los fans. Como hace un año que Lewis Hamilton fue abucheado por los fans mexicanos y el mismo Pérez debió intervenir para pedir calma. Ahora le tocó padecer esa suerte a Leclerc. El choque con Pérez no fue malintencionado, sino circunstancial, propio de una cercanía tan provista de fuerza y competitividad. De cualquier modo, el monegasco lo entendió y no se tiró al piso.

“Hubo unos cuantos abucheos cuando salí, pero lo puedo entender. Hay mucho disgusto de los fans que han esperado este momento por todo un año y después ven a su piloto favorito fuera en la curva 1. Fue una pena», señaló ante los medios una vez acabada la carrera. Y explicó así la forma en la que se dio el impacto, inevitable en su parecer: “No tenía adonde ir. Traté de ir lo más a la derecha posible, pero no había más espacio. Checo se cerró y no había adonde ir”.

En el mes previo a la realización del GP México, fue lanzada la campaña Racepect, que tenía como objetivo evitar abucheos hacia los rivales de Sergio Pérez, particularmente Lewis Hamilton y Max Verstappen —que aunque es su compañero ha tenido diferencias evidentes con él—. Al final, el protagonista de la furia fue Leclerc. Sin deberla ni temerla, pero ni hablar: su presencia fue clave para desviar a Pérez del sueño de campeonar en casa.