Carlos Alcaraz llenó por sexto día la pista Manolo Santana de la Caja Mágica para hacer magia. Con la conciencia tranquila se quedó Jan-Lennard Struff, que bastante ha hecho pasando a la historia como el primer ‘lucky loser’ en la final de un Masters 1000.

Alcaraz, verdugo con un tanteo de 6-4, 3-6 y 6-3, imita a Rafael Nadal como tenista capaz de revalidar título en Madrid. Pero se queda solo como único capaz de repetir dos años seguidos corona en el Godó y en el TMS de la capital de España.

El siguiente reto del jugador es convertirse en el segundo jugador en encadenar triunfos en Barcelona, Madrid y Roma. Lo logró Rafa en la campaña de 2013.

El murciano buscó la tranquilidad en las horas previa y sustituyó el entrenamiento en pista por un paseo por el Parque del Retiro. Le acompañaron su agente, Albert Molina, su fisioterapeuta, Juanjo Moreno, y el preparador físico, Alberto Lledó.

Tenía rodaje suficiente en tierra para afrontar la final. De los últimos 20 días, ha competido en 11 y en tres de los nueve restantes se ejercitó. Ahora tendrá un mínimo parón porque mañana viajará a París para la gala de los Laureus. Está nominado y es favorito a ser reconocido como deportista revelación de la temporada.

Carlitos, que se adapta a cualquier tipo de superficie, va a la caza del presente Björn Borg en porcentaje de victorias en polvo de ladrilllo. Ha decantado a su favor 58 de sus 70 partidos, lo que da una efectividad del 82,85 por ciento. Borg se quedó en un 86,1, en una lista que lidera Nadal, con un 91,3.

Alcaraz empezó con fuerza: 2-0. Pero su rival no se rindió. Aprovechando los errores no forzados que llegaban del otro lado de la red, volteó el marcador. Se situó 2-3 y estuvo a dos puntos del 2-4.

La grada se dio cuenta de que el nuevo héroe nacional necesitaba de su apoyo. Y aplaudió y aplaudió hasta que el campeón de Madrid volvió a escena con tres juegos del tirón. Suya sería la manga inicial tras levantar un 0-40 en el décimo asalto.

En la continuación, el gigante alemán, de 1,93 metros, aceleraría hasta un 3-0 cuando muchos aficionados ni tan siquiera habían regresado a sus asientos por el breve parón entre sets. El ‘lucky loser’ se estaba desplegando a su mejor nivel. El murciano le aplaudió un globo de bella factura.

Cinco puntos de ‘break’ perdidos

Carlitos tuvo cinco opciones de romper el saque de su adversario y acercarse hasta el 3-2. No pudo concretar ninguna y mostraba su contrariedad. Estaba en un momento clave de la final y lo sabía.

Struff silenciaba por momentos la Caja Mágica con su tenis al todo o nada, de saque y volea. Firmaría las tablas en el resultado. La gente había acudido a ver tenis y tenis iba a tener.

Era de esos días de ponerse el mono y el número dos mundial se lo puso. Era la única manera de ganar cuando la raqueta no fluye como en jornadas anteriores.

El viento lo puso todo más incómodo y más complicado para controlar la precisión de los golpes. Tirara donde tirara el español allí que estaba Jan-Lennard. El partido pudo romperse con una bola de ‘break’ para el visitante en el tercer acto de la manga de desempate. Una derecha se le escapó por centímetros.

En el momento de la verdad salió el mayor talento nacido en este siglo para cantar victoria. Madrid asistió a la Décima Sinfonía de Alcaraz.