Cuando Deontay Wilder (43-3-1) explicó los motivos que le llevaban a pelear ante Joseph Parker, primero, y después en el esperadísimo duelo con Anthony Joshua, después, existía una justificación extraña. Pero se aceptaba, es Wilder al fin y al cabo. «Tomé ayahuasca. He renacido, es una de las mejores experiencias de mi vida», explicó el estadounidense. Volvía al ruedo. Entre millones, expectación y miradas. Pero la historia es conocida. Parker borró a Wilder en Riad y todo saltaba por los aires.
No habrá pelea con Joshua. «Entiendo a la gente si está molesta», dijo el inglés. Pero no es el fin de Wilder. «Volveremos», repitió. Su Día del Juicio Final bien pudo llegar… pero quiere seguir al pie del cañón. Quién sabe si la ayahuasca volverá a ayudarle.